Las lámparas de Balroy desprenden claridad. Pero no solo por su capacidad de iluminar espacios, sino por sus formas pulidas, esbeltas, finas, y por su paleta de tonos neutros como el metal, el blanco y el negro entre los que se cuela alguna pincelada de color. Diseños contemporáneos que convierten estas piezas en algo más que lámparas, transformándose en esculturas de luz. Modelos que se inspiran en bosques fantásticos en los que la frondosidad de las ramas se reinventa en minimalismo estético, piezas prácticas que aúnan con elegante simplicidad la luz ambiental con la puntual o lámparas de techo con herencia industrial. El denominador común: la pureza de líneas y la calidad de los materiales, que se mezclan en una divina proporción. Puntos de luz y objetos de decoración en un mismo cuerpo.