El blanco evoca pureza, sencillez y elegancia. Con él los espacios se vuelven más nítidos y luminosos y adquieren un tono más fresco y delicado. Pura versatilidad, el blanco puede ser la clave en una decoración minimalista o el aura de sofisticación que revista un interior clásico. ¿La clave? Sus suaves matices en marfil, beige, crema, etc. Así, en esta selección la escala de blancos traza un estilo afrancesado muy romántico con piezas de patas cabriolé, refinados espejos de marquetería o hermosas lámparas de araña. Muebles y accesorios envueltos en un aura de inocencia y encanto.