No hay nada más agradable que recibir una cálida bienvenida al llegar a un refugio en la montaña y descubrir un entorno repleto de detalles tradicionales que crean una atmósfera de lo más acogedora. En esta ocasión es el hierro forjado el encargado de rescatar esta esencia tradicional en forma de prácticos colgadores para el recibidor, lámparas de techo con múltiples brazos para iluminar la mesa del comedor, apliques, faroles y un sinfín de accesorios y utensilios para el rincón de la chimenea. Para trabajar el hierro, este tiene que estar bien caliente… ¡al rojo vivo! Solo así, y con una técnica depurada, se consiguen las formas sinuosas que se retuercen, estiran y elevan transformándose en estos encantadores accesorios. Tras ellos se esconde un oficio de larga historia y tradición que transforma objetos cotidianos en verdaderas obras de arte.