En 1875 Gregorio Arcos convertía su pequeño taller artesano de navajas, tijeras y puñales, situado en Albacete, en una fábrica de cuchillos en serie que hoy es sinónimo de la más alta calidad. Son los favoritos de los que más saben de cocina y todo un referente internacional. Investigación y experiencia se alían en sus piezas para conseguir la mejor capacidad de corte con un resistente filo.