Los kilims se diferencian de las alfombras como las conocemos tradicionalmente en que no tienen pelo. ¿La razón? Las fibras, en vez de anudarse sobre la urdimbre, se tejen con ella formando hilos entrecruzados como una tela. Esto hace que tengan menor espesor, que sean más livianos y que presuman de motivos decorativos más ricos. Piezas como éstas que además se acompañan de llamativos cojines.