Aunque lo más característico de estas alfombras étnicas es la mezcla y riqueza cromática de sus diseños, hay que apuntar que el término kilim significa precisamente lo contrario: “que no mezcla los colores”. Pero, en este caso, se refiere a su proceso de elaboración artesanal que obliga a rematar el tejido antes de cambiar de color. De este modo, cada vez que el color cambia, se forma una nueva tira en la alfombra. Desde sus orígenes, los kilims no solo se encontraban fácilmente en las viviendas de las castas más altas, sino también en las más humildes y los pueblos nómadas que las usaban como suelo móvil. Sus texturas, de hecho, están tejidas de forma que la arena no pueda traspasarlas. Estas piezas únicas están hechas completamente a mano en 70% yute y 30% lana y teñidas con tintes naturales. Los vivos colores, sus fascinantes patrones geométricos y las riquísimas texturas de estas alfombras artesanales las convierten en las grandes favoritas a la hora de vestir los suelos de casa y para crear ambientes chill out llenos de exotismo y sabor étnico. ¡Pon un kilim en tu vida!