La nobleza francesa de antaño solía residir en impresionantes mansiones rodeadas de naturaleza. Espléndidas casas solariegas donde la elegancia y el romanticismo más sofisticado se unían, dando lugar a interiores profundamente cálidos y acogedores. Espacios que ahora recreamos, también en plena ciudad, gracias a tapizados capitoné, muebles con gran presencia y suntuosos espejos.