Cruzar el umbral de la puerta supone refugiarse por unas horas en un espacio reservado. En la sala principal esquivas sillones de cuero grueso, ocupados por otros miembros del club que reflexionan, juegan a dados y charlan entre ellos. El olor ahumado del whisky te embriaga mientras te acomodas en un clásico chester. El look gentleman ha vuelto de la mano de piezas varoniles de gran calidad.