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En casa de Laura Gerardy
Cerca de Múnich, Laura ha cumplido su sueño de vivir en plena naturaleza junto a su marido y sus dos hijos, en una extraordinaria casa de hormigón inundada de luz que parece una declaración arquitectónica.

«En algún momento, este terreno prácticamente cayó en nuestras manos. Hubo muchos indicios. Entonces decidimos construir aquí, grabarlo en piedra, por así decirlo, en el sentido más literal de la palabra».

La casa en sí es una obra de arte total: no hay ángulos rectos, sino esquinas puntiagudas y amplias, grandes ventanales y hormigón por todas partes. Elementos monumentales como la escalera escultural de hormigón o el espacio abierto sobre el salón caracterizan el carácter de la casa.

El mayor reto fue hacer que la estructura de hormigón en bruto resultara acogedora. Laura encontró la solución en materiales suaves, pieles, cortinas y mesas orgánicas que rompen con la austeridad de la arquitectura. El resultado es un hogar que es a la vez monocromático y minimalista, pero también cálido y acogedor.

Hay muchos lugares favoritos: la colección de Laura de diferentes sillones vintage se distribuye por toda la casa y crea pequeños rincones para relajarse.

Otro lugar favorito es la cocina. A Laura le gusta que haya vida en la casa, que los niños jueguen, que vengan amigos de visita y que se pueda ver todo desde la cocina abierta.

«No queríamos nada liso, queríamos algo rugoso. Queríamos dejar las paredes tal y como estaban».

«Desde el principio de nuestro proyecto de construcción de la casa, nos liberamos de la idea de que estábamos abiertos a que, independientemente de dónde nos llevara la vida, qué oportunidades pudiéramos tener, qué cambios nos esperaran, no teníamos por qué quedarnos aquí para siempre».