Introducción y propiedades
El cuero es un material natural que refleja su entorno, con la temperatura, humedad y luz influyendo en su apariencia y pátina con el tiempo. Para preservar su belleza por generaciones, es esencial un cuidado adecuado.
Tratamiento general
Elimina el polvo del cuero regularmente con un paño suave y seco. Límpialo una vez al mes con una solución de jabón neutro (nunca detergente) y agua, utilizando un paño sin pelusas. Esto elimina el polvo de la superficie y mantiene la hidratación del cuero. Deja que se seque de forma natural, ya que el cuero es más delicado cuando aún está húmedo. En caso de derrames, seca inmediatamente con un paño suave y, si es necesario, limpia suavemente con un paño húmedo. Para manchas difíciles, recomendamos usar nuestro limpiador especial para cuero. Sigue siempre las instrucciones del producto y prueba cualquier método en un área oculta antes de aplicarlo en toda la superficie. Evita abrillantadores, acondicionadores o productos de limpieza no diseñados específicamente para cuero, ya que pueden dañarlo. Para prolongar su vida útil, te recomendamos tratar el cuero con un spray protector antes de usarlo y reaplicarlo según las indicaciones del producto. Protege el cuero de la luz solar directa y de fuentes de calor, ya que pueden resecarlo y provocar grietas. Manéjalo con cuidado para evitar daños por objetos afilados. Para pequeños arañazos en la superficie, un paño de gamuza suave o incluso la yema de los dedos pueden ayudar a difuminarlos. Si el daño es significativo, consulta a un especialista en cuero para mantener tu pieza en óptimas condiciones.