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En casa de Carmen Lazos Wilmking
Con su esposo Jan y sus tres hijos, Carmen Lazos Wilmking vive en una antigua fábrica en Berlín. Donde antes había máquinas, ahora hay un loft de 240 metros cuadrados lleno de luz, vida y energía creativa. De un único espacio abierto, junto con un arquitecto, se creó un pequeño "pueblo" que da estructura a la familia de cinco, sin perder la amplitud del loft.

"Cuando entramos aquí por primera vez, todo era un único espacio abierto. Y Jan y yo pensamos: ¡Wow, esto es increíble! ¡Queremos vivir en este espacio creativo! Pero, por supuesto, teníamos un desafío: ¿cómo acomodamos a una familia de cinco aquí?"

La respuesta: un concepto arquitectónico fuertemente inspirado en las raíces mexicanas de Carmen. Pequeñas "casitas" – casitas dentro del espacio – estructuran el loft. Diferentes alturas de techo, techos inclinados y paredes que deliberadamente no llegan hasta el techo crean una sensación de ligereza y amplitud. Las "casas" agrupan diferentes áreas, desde el estudio hasta la zona de los padres y las habitaciones de los niños. Elementos transparentes permiten que la luz fluya, los materiales se repiten y generan tranquilidad.

Restos de la antigua fábrica – escaleras de incendios, calefacciones y colgantes – recuerdan el pasado industrial y le dan al hogar su característico encanto vintage.

Los espacios están llenos de recuerdos y obras de arte que cuentan historias: un ocelote decorativo de México en memoria del padre de Carmen, majestuosos leones de Singapur que custodian la entrada, la Piña – una piña – de la tierra natal de su madre, creaciones de su esposo Jan. Mucho color y creatividad que se integran orgánicamente en la decoración.

"Aquí en este apartamento a veces pasan cosas locas. Por ejemplo, cuando el clima afuera es muy malo y los chicos necesitan gastar energía, sacan raquetas de bádminton y empiezan a jugar aquí."

La sala de estar debía ser minimalista al principio, pero pronto quedó claro que el espacio necesitaba más calidez. Toques de color y materiales suaves aportan confort. Una alfombra persa vintage azul oscuro, un préstamo de un amigo anticuario, forma la base para el sillón favorito en neón amarillo – un contraste audaz y un verdadero punto de atracción.

La cocina combina superficies de cromo con frentes de madera clara. La isla de cocina se mantuvo y se convirtió en el corazón de la vida familiar. Platos y jarrones coloridos traen ligereza y color mexicano al espacio – un punto de encuentro vibrante para el día a día y las noches con amigos.

La mesa de comedor rosa es una verdadera declaración: cálida, acogedora, inesperada. Crea un lugar donde la familia disfruta reunirse. Ilumina el espacio y convierte cada comida en un evento alegre. Su calidez y juego encarnan perfectamente lo que hace especial a este hogar.

Ya sean los detalles industriales de la antigua fábrica o los materiales y colores recurrentes que aportan calma a la amplitud, el apartamento es una mezcla armoniosa de elegante simplicidad, diseño bien pensado y significado personal. Cada línea tiene su propósito y belleza – un lugar donde simplemente apetece quedarse mucho tiempo.